domingo, 24 de febrero de 2013

Celos de Pareja, ¿nos ayudan en algo?


Un día descubres que tu pareja ha llamado a otra persona, empiezas a pensar “seguro que me engaña”, “la prefiere antes que a mí”, “no puede olvidarla”, etc. Estos pensamientos te producen enfado o ansiedad, los cuales te empujan a aparecer de improvisto en situaciones que el otro no espera para ver si le sorprendes con ella, le persigues o registras exhaustivamente su móvil, correo, etc.  ¿Ser celoso es algo normal  o puede llegar a convertirse en un verdadero problema para nuestra salud mental?


Los celos son un sentimiento de malestar que nos invade cuando sabemos o sospechamos que nuestra pareja, a la que queremos en exclusividad, profesa afecto hacia otra persona. Sentirlos, en su justa medida, es algo adaptativo, debido al temor de perder al ser amado con el que queremos compartir nuestra vida y tener descendencia. Respecto a cómo exteriorizamos este sentimiento, es distinto en hombres y mujeres. Mientras que los primeros suelen mostrar enfado, las mujeres por su parte, sienten tristeza, culpa y reprochan a la pareja todo aquello que les molesta.


Pero, ¿pueden convertirse los celos en un problema real para la persona? Sí, es lo que se denomina celos patológicos. Se trata de aquellos que aparecen sin una provocación o justificación (es decir, no existen pruebas objetivas de ello o indicios suficientes para pensar que nuestra pareja nos está engañando), producen dolor emocional intenso (tristeza, enfado, rabia…), interfieren de manera significativa en la vida del sujeto (deteriorando la relación de pareja, laboral…) y aparecen conductas de control y comprobación (registrar sin parar las llamadas del móvil de tu pareja, la última vez que estuvo en línea en WhatsApp…). Dependencia excesiva, baja autoestima e inseguridad, cambios en la rutina de la pareja, disminución de las relaciones sexuales, más discusiones y dudas obsesivas (¿qué hizo realmente aquella tarde que no me llamó, era más feliz con la otra persona?) son algunas de las características y situaciones que pueden favorecer que aparezca este problema. Todo esto puede provocar que los celos se conviertan en una obsesión. Con lo cual, el tipo de respuesta cognitiva que aparece en estos casos es muy similar al del Trastorno Obsesivo-Compulsivo y al Trastorno de Ansiedad Generalizada.

¿Tiene solución este problema? Sí, los celos patológicos tienen tratamiento psicológico basado en la modificación de los pensamientos inadecuados de la persona y la exposición a aquellas situaciones que hacen desconfiar.

Recuerda que sentir celos en algunas ocasiones es algo normal, pero sin llegar a traspasar la barrera de que ellos se conviertan en el centro de tu existencia y provocando que tu relación de pareja se deteriore. 

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Isabel Estévez Prieto

Estefanía Cárcel Esteban

lunes, 18 de febrero de 2013

"Es que no sé decir que no", y otras carencias de Asertividad

"Le voy a hacer el favor porque me sabe mal", "No le preguntaré nada, no vaya a ser que moleste a la dependienta", "Jamás tendría que haber cometido ese error", "Siempre antepongo los deseos de los demás a los míos porque ser egoísta es lo peor", "Me siento culpable si no hago lo que me han pedido".
¿Te suenan estas frases? Forman parte del repertorio de una persona que no es asertiva, pero, ¿qué es eso de la asertividad?
La asertividad es la capacidad que tenemos cada uno de nosotros de defender nuestros propios derechos, sin dejar que los demás nos manipulen y, por supuesto, sin manipular nosotros a los demás. La asertividad nos permite transmitir a los demás cuáles son nuestras creencias, nuestros deseos y nuestras formas de pensar con respecto a cualquier tema sin sentir incomodidad. Pero, ¿qué sucede con aquellas personas que no son capaces de defender sus derechos?
Las personas no asertivas aprendieron a serlo por diferentes motivos:

- Es muy típico que desde bien pequeños los adultos nos castiguen por tener comportamientos asertivos. Por ejemplo, el hecho de negarnos a llevar a cabo una orden se respondía con regañinas, desprecios y prohibiciones con respecto a la conducta asertiva. Llegamos a la edad adulta habiendo aprendido que "no podemos decir que no".
- No se suele reforzar ese tipo de conducta, con lo cual no le damos el valor positivo que ha de tener.
- Se suele recibir mucho más refuerzo (es decir, atenciones, alabanzas, etc.) si llevamos a cabo una conducta sumisa o, por el contrario, agresiva; por ejemplo, una persona sumisa que está siempre pidiendo ayuda y la recibe, aprende que su conducta pasiva es positiva. O la persona agresiva que con su carácter está acostumbrada a que se lo den todo, aprende que siendo agresiva consigue todo lo que quiere. La pasividad y la agresividad se encuentran en dos polos opuestos, estando en el centro la asertividad.

Pero, ¿cuáles son esos derechos asertivos que tanto nos cuesta defender a veces?
A lo largo de cientos de años se han ido formando lo que hoy en día llamamos "las normas sociales". Pero estas normas establecidas informalmente, si nos las tomamos de forma muy rígida e inflexible, pueden causar mucho daño a la gente, llegando a mermar su autoestima de forma importante. Cuando a una persona se le inculcan ideas como "si antepongo mis necesidades a las de los demás seré un egoísta", "ayuda siempre a los demás, no digas que no", "es vergonzoso que cometas errores", puede que entre en la dinámica de vivir para los demás, y no para sí mismo, con todas las consecuencias que esto puede traer. Con lo cual, es necesario que todos tengamos claro que tenemos una derechos que llamamos asertivos, y que es correcto defenderlos para mantener nuestra autoestima y para que los demás también nos valoren.

Estos derechos, entre otros, son:
- Tienes derecho a ser escuchado.
- Tienes derecho a que te tomen en serio.
- Tienes derecho a juzgar tú mismo tus necesidades, a establecer tus prioridades y a tomar tus propias decisiones.
- Tienes derecho a cambiar de ti lo que quieras y cuando quieras.
- Tienes derecho a cometer errores.
- Tienes derecho a que se te trate con dignidad y respeto.
- Tienes derecho a dar tu opinión y a expresar tus sentimientos.
- Tienes derecho a decir que "no" sin sentir culpa.
- Tienes derecho a pedir cosas, teniendo en cuenta que la persona a quién se las pides también tiene el derecho a decirte que no.
- Tienes derecho a pedir información.
- Tienes derecho a obtener aquello que has pagado.
- Tienes derecho a no depender de nadie.
- Tienes derecho a conseguir éxito.
- Tienes derecho a disfrutar.
- Tienes derecho a aislarte de los demás, si te apetece.

- Tienes derecho a superarte día a día.
- Tienes derecho a decidir qué haces con tu cuerpo, con tu tiempo, con las cosas que te interesan, mientras no hagas daño a los demás.
- Incluso tienes derecho a decidir no ser asertivo.


Ten siempre en cuenta que puedes negarte a hacer un favor, o puedes cometer los errores que tengas que cometer, y puedes exigir que te traten con respeto, porque tienes derecho a todo eso y más por el simple hecho de ser tú. Deja a un lado la culpabilidad y disfruta de ti mismo y de tu vida, respetándote a ti y a los demás.
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Estefanía Cárcel Esteban


domingo, 10 de febrero de 2013

Mi cerebro se enamora

Millones de parejas celebrarán su amor por todo lo alto dentro de unos días como parte del festejo del día de San Valentín. La mayoría de nosotros hemos estado enamorados en alguna ocasión y esa persona especial ha sido el centro de nuestra existencia. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué nos enamoramos? En este Post te explicamos qué cambios se producen en nuestro cerebro cuando esto ocurre.


Cuando conocemos a esa persona que nos atrae tanto sentimos un cosquilleo en el estómago y nuestra ansiedad se dispara. El hecho de pensar en ella o tenerla cerca nos hace sentirnos nerviosos y nuestro cerebro, literalmente, se revoluciona. Comienza a liberarse dopamina, un neurotransmisor involucrado en los sistemas de recompensa que nos produce sensación de placer, igual que ocurre cuando comemos chocolate. Las endorfinas nos hacen sentirnos eufóricos y la serotonina de buen humor. Además, se inhiben los circuitos responsables de las emociones negativas y el área frontal del cerebro relacionada con el juicio social. Todo esto nos lleva a la conocida sensación de que todo es perfecto y parece que nada malo pueda ocurrir, “es como flotar sobre una nube”. Esta disminución del juicio impide a nuestro cerebro que veamos al otro como realmente es. Es por ello que somos incapaces de ver todo aquello malo que pueda hacernos o cerciorarnos de todos aquellos detalles que no nos gustan. No es infrecuente que a posteriori nos preguntemos muchas veces por qué no nos dábamos cuenta de ciertas cosas que no nos gustan del otro o por qué aguantábamos según qué cosas, simplemente en ese momento nuestro cerebro no era capaz de prestar atención a ello. En este estado de felicidad plena, nuestro hipotálamo inicia además una serie de reacciones que acabarán produciendo cortisol, la hormona del estrés, en la glándula suprarrenal. Esto provoca que nuestro campo visual se vea reducido al igual que ocurre cuando estamos ante un peligro.

Nuestro único y primordial objetivo a partir de que nos enamoramos es estar cerca del ser amado. Todos nuestros esfuerzos se centran en conseguir su atención, tenerla lo más cerca posible… y si estamos lejos de ella no podemos sacarla de nuestro pensamiento, podemos llegar a pensar en ella el 95% del tiempo que pasamos despiertos. En cierto modo nos volvemos adictos de esa persona. Si quisiéramos hacer un símil, podríamos decir que el amor es como una droga. De hecho, los cambios que se producen a nivel cerebral en la fase de enamoramiento son los mismos experimentados cuando se sufre una adicción. El cóctel de hormonas actúa como una droga sobre una parte cerebral denominada núcleo accumbens, la cual se encarga de anticipar las recompensas. Ello hace experimentar la ausencia del ser amado como un síndrome de abstinencia de cualquier tipo de droga.


Este estado de enamoramiento puede durar entre unas pocas semanas y varios meses. Tiempo tras el cual el éxtasis inicial decae y empieza a producirse la hormona oxitocina, la cual te une a tu amado creando un nexo que te compromete con ella a largo plazo.  En próximos Posts os explicaremos qué ocurre una vez que cesa el enamoramiento inicial y cómo se consolida una pareja y se pasa del enamoramiento al amor. Aunque os adelantamos que hacer cosas nuevas con ella  puede ayudar a que vuestro amor perdure, ¡la novedad os ayudará a segregar dopamina y mantener el amor romántico!

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Isabel Estévez Prieto

Estefanía Cárcel Esteban

jueves, 7 de febrero de 2013

Comunicación eficaz: ¡expresa (bien) aquello que te molesta!

¿A quién no le ha molestado alguna vez tener que esperar 30 minutos a la persona con la que has quedado? ¿Y si tu compañero de trabajo sale siempre antes de hora dejándote a ti con parte de su trabajo? ¿Sientes mucha rabia cuando tu madre se pone a usar el aspirador cuando estás estudiando, o incluso durmiendo un domingo? Si estás cosas son reiterativas, la emoción negativa aumenta por momentos.
Está claro que todos pasamos por situaciones que nos molestan, y en una mayoría de veces, son creadas por otras personas. Puedes sentir un montón de emociones negativas como enfado, rabia, o incluso tristeza. Cuando te sientes molesto por algo que ha hecho otra persona tienes todo el derecho a expresar tus sentimientos pero, ¿cómo lo haces?
Es posible que en ocasiones te cueste un poco expresar de forma adecuada lo que sientes cuando hay una conducta reiterativa por parte del otro que te desagrada. A veces podemos perder el control con frases como: "¡Me tienes hart@! ¿Es necesario que limpies eso ahora? ¡Parece que lo hagas a posta para que no pueda estudiar!", "Mira, es la última vez que quedo contigo, no pienso acompañarte al banco, ¡habíamos quedado hace media hora! ¿Te crees que no tengo más vida que esperarte a ti?", y muchas otras cosas.
Hoy vamos a hablar de unas pequeñas pautas que te pueden servir para comunicar de forma adecuada (es decir, NO AGRESIVA) lo que te molesta de otra persona. De esta manera, nos damos a nosotros la oportunidad de que esas emociones negativas no se acumulen dentro, y le damos la oportunidad al otro para que comprenda qué es lo que sentimos con respecto a su conducta.
Lo mejor es que expreses que la conducta te disgusta en el mismo momento que se produce aunque, como sabrás, los demás no siempre reaccionan bien a nuestras quejas. La cuestión es que intentemos disminuir todo lo posible la reacción negativa del otro, y aumentar en todo lo posible que nos entienda para que no vuelva a hacer aquello que tanto nos molesta.
- Piensa si realmente merece la pena criticar esa conducta determinada. Quizás hoy ha sido la primera vez que tu amiga te ha hecho esperar media hora. ¿Vale la pena criticarla o, al haber sido sólo una vez, lo podemos dejar pasar? Plantéatelo.
- Si tienes claro que necesitas decirle a la otra persona que algo te molesta muchísimo, hazlo de forma breve. Una vez se lo has dicho, no le des más vueltas. Por ejemplo: "Me siento muy mal cuando me haces esperar tanto rato, como hoy. Te agradecería mucho que a la próxima seas más puntual. ¿Vamos a tomar algo?".
- Dirige la crítica siempre a la CONDUCTA  y jamás a la persona. Por ejemplo: "Me molesta mucho que uses la aspiradora cuando estudio", en vez de "¡Eres una pesada! ¿Tienes que aspirar ahora?".
- Pide un cambio de conducta concreto. Por ejemplo: "Si te parece, podrías aspirar a la una que habré acabado de estudiar, así las dos podemos trabajar mejor".
- Expresa tus sentimientos negativos siempre en primera persona, habla de cómo te sientes tú cuando el otro hace X cosa.
- A ser posible, empieza y acaba la conversación en tono positivo. Siguiendo el ejemplo del aspirador, podría ser algo como: "¡Menudo pastel acabes de hacer, huele fenomenal! Por cierto, una cosa mamá, me molesta mucho que uses la aspiradora cuando estoy estudiando porque me cuesta mucho más concentrarme, ¿podrías hacerlo a la una cuando haya acabado? Te lo agradecería mucho".
- Escucha siempre cuál es el punto de vista del otro. Escucharlo no quiere decir que te tengas que aguantar con aquello que te molesta. Escúchalo para entender el por qué de la conducta del otro, y una vez entendida, podemos transmitirle que lo comprendemos pero que nos produce disgusto.

Seguro que si practicas esta forma de comunicación te darás cuenta de que te puede beneficiar mcuho. Ten en cuenta que todo el mundo no va a reaccionar de la misma forma, pero si la persona que tienes en frente tiene un mínimo de capacidad de empatía, comunicándote así, te comprenderá y al menos hará el esfuerzo de intentar cambiar.


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martes, 5 de febrero de 2013

Tengo una entrevista de trabajo, ¿qué hago?

Despiertas una mañana como otra cualquiera, y de repente empieza a sonar tu móvil. Lo coges y empiezas a hablar con un chico muy formal que te comunica que has sido seleccionado para una entrevista de trabajo. ¡Por fin! Y más en los tiempos que corren... La alegría es inmediata pero a los pocos minutos empiezan a surgir dudas. ¿Qué me van a preguntar? ¿Qué tengo que decir? ¿Cómo he de actuar?
Ante una situación como esta, la gran mayoría de nosotros nos solemos sentir bastante nerviosos. Esta ansiedad se puede disparar por diferentes motivos;
- Cuando vamos a una entrevista de trabajo (a no ser que nos cojan) no nos suelen decir si nuestra forma de comportarnos o las cosas que hemos dicho son correctas. Directamente no te dicen nada o, como mucho, te dicen que desafortunadamente no te han elegido para el puesto de trabajo. Entonces, ¿cómo sabemos que a la próxima entrevista hemos de comportarnos de la misma manera? ¿Qué cosas deberíamos de cambiar o de mejorar para aumentar nuestras probabilidades de éxito? Esta incertidumbre puede disparar la tensión cuando tenemos por delante una nueva entrevista laboral.
- Otro motivo es que, normalmente, no tenemos una experiencia lo suficientemente amplia con respecto a ir a entrevistas de trabajo que nos proporcione la seguridad que necesitamos. No nos hemos enfrentado a esta situación la necesaria cantidad de ocasiones como para aprender habilidades concretas a utilizar.
- Y, por supuesto, el hecho de saber que todo lo que hagas y todo lo que digas va a ser observado con detenimiento, ¿a quién no le pone nervioso eso?
Por todos estos motivos, y quizás por muchos otros, la ansiedad puede apoderarse de nosotros. Hoy os queremos plantear una serie de conductas que, utilizadas correctamente, pueden ayudar a que las probabilidades de ser contratado aumenten.
- Lo primero a tener en cuenta, es que es extremadamente importante un adecuado contacto visual con el entrevistador. No tenemos que estar el 100% del tiempo mirando fijamente a los ojos (¡eso daría una mala sensación!) pero sí al menos un 80 o un 90%.
- Hemos de mostrar una entonación o un tono de voz adecuado, sonreír al entrevistador cuando proceda (¡no estar serios todo el rato! ¡es perfecto que intentes mostrar un poquito de relax, aunque por dentro estés un poco nervioso!), y mantener una expresión facial que denote interés por aquello que se está hablando.
- Es muy recomendable hablar positivamente de nuestras experiencias laborables anteriores, y más si el puesto laboral precedente tiene algo que ver con el que queremos ocupar. 
- La voz ha de ser clara, con un volumen adecuado, y con una conversación o un monólogo fluido.
- Está muy bien que le preguntemos cosas al entrevistador, de esta manera se cerciorará de que nos interesa el puesto de trabajo al que optamos. Además, tendremos la información que necesitamos para saber si realmente nos interesa lo que nos ofrece la empresa o la entiedad que ofrezca el trabajo.
- Hacer comentarios que muestren mucho interés y entusiasmo por el trabajo por el cual nos entrevistamos. Esto hará que aquel que nos entrevista tenga claro que podremos aportar cosas muy positivas a la empresa, y que tenemos muchas ganas de dar lo mejor de nosotros mismos.
- Si tienes aficiones y objetivos en tu vida que sean importantes para ti, ¡coméntalo! Seguro que te lo preguntan. Todo esto habla sobre tu motivación y actividad en tu vida diaria y lo que se valora en una entrevista de trabajo son todos aquellos aspectos de ti que denoten ambición y ganas de hacer y conseguir cosas.
- Por supuesto, ¡véndete bien! ¿Quién mejor que tú para cubrir ese puesto? Ten muy claros cuáles son tus puntos fuertes, pero también los débiles. Sé honesto pero con ambos aspectos. Seguro que tus cualidades superan con creces tus posibles debilidades.
- Es muy aconsejable que el entrevistador vea que conoces la empresa, así que ¡infórmate muy bien antes de ir!
Y ahora, ¡tranquilidad! Utiliza estas pautas para aumentar tus probabilidades de éxito pero, sobre todo, relájate y sé tú mism@. Y recuerda, nadie mejor que tú para ofrecer ese potencial que la empresa busca.


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Estefanía Cárcel Esteban
ecarcelpsicologa@gmail.com

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