martes, 24 de septiembre de 2013

Escuchar a la pareja

Cuando hablamos de amor y parejas suelen saltar muchas preguntas, muchas dudas, muchos sentimientos, emociones encontradas. Las relaciones de pareja pueden ser de muchas maneras, y no hay que juzgar ninguna. Pero muchas veces encontramos una queja en común: ¡es que no me escucha!

A lo largo de los años de relación, esa es una de las quejas principales en las relaciones de pareja. Uno de los dos (normalmente ella) habla de la poca expresividad del otro, y cuando analizamos las estrategias que usan ellas para que ellos se expresen más, nos damos cuenta de que lo que suele pasar es que ellas transforman los momentos de escucha y comunicación en un interrogatorio. Cuando uno quiere expresas sus sentimientos (da igual él que ella), el otro se pone a hacer juicios de valor y críticas. Conclusión: ni uno ni otro escucha.

¿Por qué es tan difícil escuchar de verdad? Con lo bonito que es sentirse escuchado, y no importa en qué contexto. Es maravilloso ver que la persona que tenemos delante realmente nos presta atención y le importa lo que le estamos diciendo. 

Para escuchar realmente a los demás, tenemos que poner en práctica la escucha activa. Aquí te dejo unos pequeños consejos para que lo recuerdes a la hora de mantener conversaciones con los demás, y veas si estás escuchando de verdad, o no.




Hacemos lo siguiente:

- Adoptar una postura activa (no mirar la televisión, los apuntes, o el periódico).
- Mantener el contacto visual con el otro.
- Poner cara que diga: "te estoy atendiendo".
- Animar al que habla con nuestros gestos (sonrisa, asentir, etc.). Podemos decir cosas como: "ya veo", "te entiendo", "de acuerdo".
- Usar un tono adecuado.
- No emitir juicios de valor.
- Repetir lo que nos dice el otro para comprobar que lo hemos entendido.

Fíjate mucho en el contenido de lo que se te está diciendo, en los sentimientos de la persona que tienes delante, en cómo expresa las palabras y los gestos, y fíjate en el momento en que el que te habla desea que intervengas.


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Estefanía Cárcel Esteban

Isabel Estévez Prieto

jueves, 19 de septiembre de 2013

La ira o la risa, ¿tú qué eliges?

Bienvenido a este nuevo post del blog Psicología Para Ti. Hoy he pensado en transmitirte algunos párrafos relacionados con la importancia del sentido del humor en situaciones difíciles. Seguro que últimamente has vivido algunas situaciones en las que la rabia y el enfado han podido llegar a apoderarse de ti (el autobús no ha pasado, los libros aún no han llegado, el conductor de enfrente se ha saltado un stop, llueve y tú sin paraguas...). Así es la vida. Incómoda a veces. ¿Es así o la interpretas así? Hay otras opciones.

Es imposible enfadarse y reírse a la vez. La rabia y la risa se excluyen mutuamente y tú tienes el poder suficiente como para escoger cualquiera de las dos. La risa es el rayo de sol del alma. Y sin sol nada puede crecer ni vivir. 

Como dijo Churchill: "Creo firmemente que no se puede tratar con las cosas más serias de este mundo a menos que uno comprenda las más divertidas".

Quizás te tomes la vida demasiado en serio. Tal vez la característica más acusada de la gente sana es un sentido del humor sin hostilidad. Un excelente remedio para la ira es ayudar a los demás a elegir la risa y aprender uno mismo a echarse para atrás y observar la incongruencia de casi todas las situaciones de la vida. Dentro del esquema de las cosas de este mundo, lo que tú haces y el hecho de que estés enfadado o no provocará un impacto similar al que puede producir un vaso de agua volcado sobre el torrente de las cataratas del Niágara. Que escojas la rabia o la risa no importa mucho, salvo que la primera colmará tus momentos presentes de tristeza y la segunda de alegría.



¿Tan en serio te tomas a ti mismo y a la vida que no puedes echarte atrás y darte cuenta de lo absurdo que es tomar algo de forma tan solemne?

No reírse en un indicativo patológico. Cuando empieces a ponerte demasiado serio y sensato en lo que a ti respecta o en lo que haces, recuérdate a ti mismo que no tienes más tiempo que éste. ¿Qué sacas con desperdiciar tu presente estando enfadado cuando la risa sienta tan bien?

Hay que reírse por el mero placer de la risa. Es en sí misma su propia justificación. No tienes que tener ningún motivo especial para reírte. Hazlo, simplemente. Obsérvate a ti mismo y a los demás en este mundo insensato y decide entonces si andarás por ahí cargado de ira o si desarrollarás más bien un sentido de humor que te otorgará uno de los dones más valiosos que existen: la risa. ¡Sienta tan bien!


Dyer


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Estefanía Cárcel Esteban

Isabel Estévez Prieto

lunes, 2 de septiembre de 2013

Establecimiento de metas en el deporte

¡Bienvenidos de nuevo a tod@s! Tras el parón veraniego en el que esperamos que hayáis podido disfrutar del buen tiempo y descansar, Psicología Para Ti vuelve con las pilas cargadas y más ilusión si cabe con el objetivo de acercar la Psicología a cada uno de vosotr@s.

En esta ocasión, hablaremos acerca del Establecimiento de Metas aplicado al ámbito del deporte. En un post anterior, “Psicología y Deporte: ¡Aumentando el rendimiento! ya explicamos qué es un Psicólogo del Deporte, cuál es su objetivo principal y con quién trabaja. Esta vez nos proponemos explicaros cómo funciona un plan de Establecimiento de Metas y cómo puede ayudar éste a la mejora del rendimiento del deportista (objetivo principal del Psicólogo del Deporte), centrándonos en aquellos principios esenciales para hacer que un programa de este tipo funcione.

El Establecimiento de Objetivos es un tema fundamental en la práctica deportiva, tanto a nivel individual como colectivo. El deportista, por lo general, se plantea objetivos de manera constante, por lo que resulta de vital importancia que estos sean adecuados así como llegar a un compromiso firme para con ellos. Con ello, no solamente nos referimos a aquellos deportistas de élite que se plantean alcanzar marcas determinadas, sino también a toda aquella gente que realiza ejercicio físico. En ambos casos, suele ocurrir que las metas no se establecen en términos adecuados de compromiso, dificultad, evaluación del progreso y estrategias específicas para cumplirlas, por lo que se acaba fracasando en ello. Vemos pues que, el cometido principal del Psicólogo del Deporte es, en estos casos, dar instrucciones precisas al deportista o aquella persona que lleva a cabo actividad física de cómo establecer objetivos adecuados y ayudarle a diseñar e implementar un plan de establecimiento de metas adecuado con el objetivo último de alcanzar de la manera más sencilla aquello que se ha propuesto.


Principios para poner en marcha un programa de establecimiento de metas
Existen una serie de principios cuya aplicación correcta brinda un fuerte sustento para poder diseñar un programa adecuado.
  • Metas específicas: el cambio conductual es más efectivo cuanto más específicos sean los objetivos que se plantean. Estos deben ser siempre específicos, mesurables y de tipo conductual.
  • Metas moderadamente difíciles pero realistas: las metas más efectivas son aquellas suficientemente difíciles como para desafiar al deportista pero lo suficientemente realistas para poder ser cumplidas. Aquellos objetivos demasiado sencillos propician que la persona pierda el interés en ellos. Mientras que aquellos inalcanzables conducen a la frustración, pérdida de confianza y empeoramiento del desempeño.
  • Metas a corto y largo plazo: los cambios de conducta necesitan tiempo, por lo que hay que establecer ambos tipos de objetivos. Es precisa una progresión de habilidades en términos de metas a corto plazo que van preparando al deportista hacia la consecución de la meta final.
  • Metas de actuación, proceso y resultado: a pesar de que en el deporte se suele pensar sólo en el hecho de ganar, la mejor manera de salir victorioso es centrarse en las metas de actuación o proceso. Poner demasiado énfasis en el resultado puede crear ansiedad y hacer que la persona no se concentre en la tarea que tiene entre manos, reduciendo su rendimiento. Para cada meta de resultado que se plantee siempre debe existir una serie de actuación y proceso que conduzcan a la consecución de ésta.
  • Metas de práctica y competición: normalmente suele incurrirse en el error de focalizarse en las metas para la competición. Sin embargo, el deportista pasa gran parte de su tiempo practicando más que compitiendo. Por ello establecer metas de práctica es de vital importancia, ayudando a crear un perfil competitivo y a que no disminuya la motivación en las largas horas de entrenamiento.
  • Registro: una vez que las metas se han fijado, deben registrarse y ubicarse en lugares de fácil visibilidad. A la hora de registrarlas existen maneras más o menos formales que pueden ir desde escribir los objetivos en tarjetas hasta formular contratos conductuales complejos.
  • Desarrollar estrategias de logro de metas: establecer metas sin un desarrollo de las estrategias para lograrlo no sirve de nada. Estas siempre deben ir acompañadas de estrategias específicas e incluyendo números (marcas) definitivos.
  • Motivación y personalidad: a la hora de ayudar al deportista a fijar y lograr sus metas, siempre hay que tener en cuenta estos dos aspectos. Aquellos que alcanzan mayores logros, cuya personalidad se caracteriza por altos niveles motivacionales para lograr el éxito y bajos niveles de motivos para evitar los fracasos; buscan y adoptan de manera rápida metas que representen un desafío, pero siendo realistas. Por el contrario, los que tienen menores logros evitan las metas que representan un desafío y buscan adoptar metas muy fáciles o difíciles.
  • Compromiso: nadie logra nada sin comprometerse con ello. Por lo que en el caso de los deportistas, se debe promover el compromiso con sus metas alentando el progreso y brindando retroalimentación.
  • Apoyo: es muy importante que se brinde apoyo desde el entorno del deportista. No refiriéndonos con ello sólo al entrenador o psicólogo sino a todo su entorno cercano como son padres y/o amigos. El Psicólogo del Deporte puede instruir a las personas significativas del entorno del deportista. Es muy positivo que las personas allegadas al deportista revisen sus metas y le pregunten acerca de su progreso con el fin de que el programa de establecimiento de metas sea lo más efectivo posible.
  • Evaluación y retroalimentación: por último, no debemos olvidar que el deportista necesita una evaluación y retroalimentación acerca del progreso de la actuación o no que está llevando a cabo.


Con ello vemos que existen una serie de principios que deben ser tenidos en cuenta a la hora de diseñar un programa de establecimiento de metas adecuado. En posteriores posts explicaremos cómo diseñar este tipo de programas así como, aquellos problemas que suelen aparecer y cómo solventarlos.


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Isabel Estévez Prieto

Estefanía Cárcel Esteban



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