lunes, 27 de enero de 2014

Te perdono

“There are things, I regret. That you can’t forgive. You can’t forget…So, take this night. Wrap it around me like a sheet. I know I’m not forgiven, but I need a place to sleep. So, take this night. Lay me down on the street. I know I’m not forgiven, but I hope that I’ll be given… Some Peace.”

Hace ya un par de años alguien tuvo el detalle de pedirme perdón con estos maravillosos versos. Aunque haya pasado el tiempo, cada vez que vuelvo a escuchar estas palabras me doy cuenta de que perdonar no es tarea sencilla.

Pese a que alguien tenga el gesto de intentar enmendar algo que nos hizo o dijo en el pasado, a menudo pensamos aquello de “ahora ya es tarde” o “esto no cambia lo que pasó”. Si bien es cierto que el acto de pedir perdón no puede modificar algo que ya ha ocurrido, sí que puede ser el inicio de un cambio. Una muestra de que la relación con esa persona puede ser distinta y por qué no, positiva.
A menudo el mayor problema con el que tenemos que enfrentarnos para aceptar una disculpa es nuestro propio orgullo. Suele ser habitual tener la creencia equivocada de que perdonar a aquel que nos hirió en el pasado supone aceptar que aquello que nos hizo no fue tan grave como realmente fue o que lo hemos olvidado por completo. Si bien esto no es así. Perdonar no significa borrar de nuestra mente el daño que nos provocaron, ni tampoco que reforcemos este comportamiento inadecuado o que le restemos la importancia que tiene.
El perdón implica ofrecer la oportunidad al otro de enmendar un error pasado y de modificar su conducta de cara al futuro. Es cierto que todo depende qué fue aquello que nos hicieron o dijeron, pero en numerosas ocasiones cualquiera de nosotros puede cometer errores puntuales que no nos definen, incluso de los que a veces no somos conscientes o no de su gravedad. Todos merecemos la oportunidad de enmendar un error ocasional y aprender de ello para no volver a repetirlo.


Otro de los motivos por el cual nos cuesta perdonar es el miedo a que las disculpas que nos profesan no sean sinceras y de que se vuelva a repetir la misma situación y vuelvan a fallarnos. Muchas veces esto viene provocado por experiencias pasadas con otras personas con las que ya hemos vivido esta situación o incluso con esa misma persona. Como suele decirse, “cada persona es un mundo”, por lo que no podemos dar por hecho que, si perdonamos a alguien, nos va a volver a fallar porque nos haya ocurrido esto en el pasado con otra persona. Otro caso distinto es que aquel que ahora intente conseguir nuestro perdón nos haya fallado numerosas veces anteriormente y haya repetido los mismos errores una y otra vez. En estos casos es muy probable que vuelva a repetir su comportamiento inadecuado hacia nosotros. Además, en estos casos en que los mismos errores se dan una y otra vez o en los que un único error ha sido demasiado grave, nuestra relación hacia esa persona cambia, se ve deteriorada y más que una incapacidad para perdonar simplemente aquel ya no se ajusta al tipo de persona que queremos tener a nuestro lado.


Del mismo modo que perdonar muchas veces no resulta tarea sencilla, pedir disculpas a veces es incluso más complicado.
De nuevo el orgullo suele ser uno de los principales motivos. Aceptar que uno se ha equivocado supone un choque con el ideal que tenemos de nosotros mismos, con la imagen que tenemos de cómo somos. Implica asumir que no somos perfectos, que cometemos errores y que nuestros actos y/o palabras pueden llegar a herir profundamente a otro.

Por esto mismo, es de valorar el perdón de alguien. Pedir perdón es un acto de valor. Supone asumir la responsabilidad de que se ha actuado de manera errónea, en contra de los propios valores morales y que con ello se ha causado dolor en el otro.


"Nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo" 



¡Síguenos en Twitter @Psic_parati y en Facebook!

Isabel Estévez Prieto

Estefanía Cárcel Esteban

viernes, 17 de enero de 2014

Autoaceptación, conoce tus facetas escondidas

Te proponemos un pequeño ejercicio que te va a permitir conocer cosas de ti mismo que ahora ignoras, o que tenías escondidas. Cuando somos capaces de admitir ciertas cosas, buenas o malas, nos resulta más fácil aceptarlas y con ello sentirnos mejor con nosotros mismos. Además, si somos realmente conscientes de aquello que no nos gusta de nuestra forma de ser o de comportarnos, seremos más capaces de cambiarlo y mejorar. ¡Ahí va!





Necesitas unos cuantos folios y un bolígrafo. Al principio de cada folio escribe uno de los comienzos de las oraciones que aparecerán más abajo. Una vez escrito el comienzo de cada frase, complétalas escribiendo entre 5 y 10 finales para cada una. No te pares a pensar mucho, ya que si lo haces te estarás censurando. Escribe lo más rápido posible, poniendo lo primero que te venga a la mente.

No te preocupes si en algún momento no sabes muy bien qué poner. Piensa un poquito más y completa todas las frases. 

Una vez que las hayas acabado todas, vuelve a a leerlas y verás muchas facetas de tu personalidad que tú mismo te estabas escondiendo. Ahora sí que podrás reflexionar sobre ello, aceptarte tal cual eres y ponerte en el camino de mejorar lo que no te guste y conseguir una autoestima más elevada.


"Para mí no es fácil admitir que..."

"No puedo creer que en el pasado yo..."

"No me es fácil aceptarme cuando yo..."

"Una de mis emociones que no me gusta aceptar es..."

"Una de mis acciones que no me gusta aceptar es..."

"Uno de los pensamientos que no me gusta aceptar es..."

"Una de las partes de mi cuerpo que no me gusta aceptar es..."

"Si yo aceptara más mi cuerpo..."

"Si yo aceptara más las cosas que he hecho..."

"Si yo aceptara más mis sentimientos..."

"Si yo aceptara mis deseos y necesidades de forma honesta..."

"Lo que más me asusta de aceptarme es..."

"Si los demás vieran que me acepto más..."

"Lo bueno de aceptarme sería..."

"Empiezo a darme cuenta de que..."

"Empiezo a sentir..."

"Si dejo de negar lo que siento..."


¡Síguenos en nuestro Twitter @Psic_parati y en Facebook!

Estefanía Cárcel Esteban

Isabel Estévez Prieto

martes, 14 de enero de 2014

Dependencia Emocional

Bienvenid@ de nuevo al blog Psicología Para Ti. Hoy me gustaría hablarte de un problema bastante común, al menos en principio. Le podemos poner la etiqueta de problema de autoestima, de pareja, o de habilidades sociales, y me refiero a la Dependencia Emocional.

La Dependencia Emocional aparece cuando piensas que no puedes vivir sin la otra persona, y por ello dejas en manos de tu pareja (o de otra persona o personas) la toma de decisiones de prácticamente todas las áreas de tu vida. Además, cuando eres emocionalmente dependiente, sueles buscar el gustar excesivamente a todo el mundo, haciendo cualquier cosa por obtener la aprobación de los demás (esto incluye soportar humillaciones y malos tratos).

El origen puede ser la falta de aprobación (¡lo haces todo mal!), la falta de amor (si haces eso no te querré) o por falta de valoración (¡tienes que sacar siempre sobresalientes, un notable no me vale!) cuando éramos pequeños, lo que genera adultos sumisos, dependientes y demasiado complacientes. Por regla general, una persona que ha sido criada de este modo es lógico que busque a alguien que le repita el mismo patrón con el que creció. Estamos hablando de generalidades, por supuesto también hay dependientes emocionales que no tuvieron una educación estrictamente así, y que a partir de las experiencias de la vida adulta (desprecios, decepciones, etc.) se convirtiera en una persona más débil en ese sentido. No siempre la infancia nos va a marcar para siempre, ya sabes que cada persona es un mundo.

Podemos nombrar algunas características que suelen presentarse en las personas que sufren este tipo de dependencia:

1. Temor desmedido a la soledad, que hace que en caso de una ruptura, enseguida se busque otra pareja con características similares.

2. La necesidad imperiosa de aprobación y de afecto, a cualquier coste. Sólo se sienten valorados si agradan y hacen felices a otros, aún a costa de sus propios deseos y necesidades.

3. Se sienten responsables (o culpables) por la felicidad (o la falta de ella) de quienes les rodean.

4. No pueden tolerar el rechazo, por eso no dicen lo que realmente piensan, e incluso hacen cosas contrarias a sus creencias para no ofender a nadie. Precisan la opinión positiva de otros para lograr su propia autoestima.

5. Creen que la sumisión EVITA el abandono.





Lógicamente, como en toda interrelación entre personas, las dos partes tienen su responsabilidad

Quien depende, espera de algún modo que el otro le solucione conflictos intrapersonales (internos) irresueltos, que cubra todas sus carencias (la mayoría emocionales), tal vez incluso que cambie y deje esa manera de ser tan poco "demostrativa, irrespetuosa, egocéntrica, o infiel". El dependiente relega sus necesidades a un segundo plano. Suelen agobiar a sus parejas con demandas de atención desmedidas, al punto de hacer escenas de celos o de invadir su privacidad.

Quienes generan dependencia en su pareja también tienen su grado de responsabilidad, por supuesto. Quieren tener gente al lado que baile al compás de su música (descartando o menospreciando a quién no lo hace), buscan tener el control total sobre la otra persona (serán más o menos permisivos, pero no darán libertad de acción). Suelen ser manipuladores y narcisistas, y tener un ego exacerbado.

Si dejas que otra persona maneje tu vida, y sientes que relegas tus necesidades en función de los demás, sistemáticamente, sin darte tu lugar, probablemente formes parte de una relación de dependencia emocional. Una cosa es pedir ayuda y aceptarla cuando la necesitamos, otra es no poder tomar decisiones importantes de manera personal, estar pendiente de qué decimos o hacemos para no enfadar al otro, pensar que sin esa persona nuestra vida no tendría sentido.


¡Síguenos en nuestro Twitter @Psic_parati y en Facebook!

Estefanía Cárcel Esteban

Isabel Estévez Prieto

jueves, 9 de enero de 2014

Celos o celos patológicos

¿Quién no ha sentido celos alguna vez? Ese sentimiento natural, una especie de mezcla de rabia y temor por perder a la persona querida. No sólo se sienten celos dentro de la pareja; también podemos sentirlos porque creemos que nos están "apartando" de nuestros amigos, de nuestra familia o incluso de nuestro puesto de trabajo. Anteriormente ya te hablamos del tema de los celos en Celos de pareja, ¿nos ayudan en algo?, y hoy hemos querido contarte más cosas de esta desagradable emoción que a todos nos ha invadido en algún momento (o varios) de nuestra vida.


"Los celos son un sentimiento de malestar causado por la certeza, la sospecha o el temor de que la persona querida, a quien se desea en exclusiva, prefiera y vuelva el afecto hacia una tercera persona"

Echeburúa y Fernández-Montalvo


Si los celos los mantenemos bajo control pueden tratarse de una manifestación de amor hacia la otra persona, de afecto. De hecho, la etimología de la palabra "celo" se refiere a cuidado o interés por algo o alguien. Adaptativamente, como todos los estados emocionales, los celos tienen una función importante: preservar la estabilidad familiar. De ahí su carácter evolutivo y adaptativo en la vida de los seres humanos.

Hombres y mujeres manifestamos de forma diferente los celos, predominando el enfado en los hombres y la tristeza, la culpa y los autorreproches en las mujeres.





Pero, ¿dónde están las diferencias entre los celos adaptativos (o normales) y los celos patológicos? Para diferenciar la emoción adaptativa de la problemática podemos fijarnos en cuáles son las características de los celos patológicos. Atención.

Cuando hablamos de celos patológicos hablamos de un sentimiento que aparece sin provocación, es decir, sin una causa justificada. Además, provoca un dolor emocional muy intenso en forma de enfados, tristeza o agresividad hacia la pareja o hacia otras personas o cosas. Estos celos acaban interfiriendo gravemente en la vida de quien los sufre, a nivel de pareja, trabajo, familia o amigos. El celoso patológico comienza a controlar a su pareja y a comprobar si lo que le dice es cierto. En estos momentos nos encontramos con las revisiones de los móviles, del ordenador, las redes sociales, incluso se realizan llamadas a amigos de la pareja para comprobar que ésta está con ellos, como había dicho antes de salir. Cuando estas comprobaciones, objetivamente, no dan la sospecha de una posible traición, y la persona celosa continúa llevando a cabos estas conductas de control, podemos decir que los celos ya se han convertido en un problema realmente serio que puede provocar la ruptura de la relación. Los celos se mantienen en el tiempo independientemente de la conducta de la pareja.

Un ejemplo de conducta de una persona que sufre celos patológicos podría ser: ante el hecho de que la pareja llega tarde a casa, el  celoso/a tiene una respuesta cognitiva (de pensamiento) del tipo: "estará con...", "me va a dejar", "es un/a...", "se va a enterar", "no puedo vivir sin él/ella". Esos pensamientos provocan emociones negativas muy intensas como ira, ansiedad y tristeza profunda. Ante esta secuencia, aparece la conducta motora, la que se ve, lo que hace. En este caso, la conducta motora del celoso podría ser llamar a la pareja por teléfono, seguirla, registrar su ropa, su móvil, su bolso, interrogarla, buscar marcas de una posible infidelidad, o incluso ser más activo sexualmente con el objetivo de mantener cerca a la pareja, todo provocado por los pensamientos catastróficos que aparecen después de una conducta inocente por parte de la pareja (llegar tarde). Estas conductas de comprobación y de control provocan en el celoso un alivio a corto plazo porque se queda tranquilo, pero a largo plazo los celos cada vez son más fuertes y el problema se cronifica en el tiempo. Además, las conductas propias del celoso patológico hacen que la pareja haga lo que el celoso quiere para no enfadarle o para no hacerle sentir mal, con lo que el celoso ve reforzada su conducta, entrando en un bucle de destrucción personal.

Los celos patológicos tienen un tratamiento centrado en el cambio y la eliminación de los pensamientos negativos que provocan los celos y en eliminar las conductas de control y comprobación hacia la pareja. Si te sientes identificado con este problema, no dudes en pedir ayuda profesional.


¡Síguenos en nuestro Twitter @Psic_parati y en Facebook!

Estefanía Cárcel Esteban

Isabel Estévez Prieto

Wikipedia

Resultados de la búsqueda

¿Quieres contactar con nosotras?

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *