“Solía pensar que la peor cosa en la
vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien
que te hace sentir solo”
Suele
ser el principio del fin, ese pequeño instante en el que te das cuenta de que
te sientes solo pese a compartir tu vida junto a alguien. Cuando pensamos en
tener pareja suele venirnos a la mente la idea de compartir nuestras
experiencias vitales con otra persona, la cual queremos tener a nuestro lado
porque ayuda a que nuestra felicidad sea mayor. No quiere decir esto que
necesitemos tener a alguien con nosotros como condición necesaria para alcanzar
la felicidad plena que no podemos alcanzar por nosotros mismos. Nuestra pareja
debe ser nuestro mejor compañero de viaje, aquella persona en la que podamos
apoyarnos cuando estemos cansados por la dureza del camino o por las piedras
que nos encontremos en él, pero también aquella persona con la que podamos
compartir todas aquellas cosas maravillosas que nos vayamos encontrando.
Pero,
¿qué ocurre cuándo es nuestra propia pareja la que hace arduo nuestro camino,
no nos ayuda a eliminar los obstáculos que encontremos en él o simplemente ya
no nos apetece compartir con ella aquello que nos hace feliz? En este momento,
empezamos a sentirnos solos pese a estar con alguien.
Pueden
ser números y variados los motivos que nos lleven a esta situación, algunos de
los más comunes suelen ser la infidelidad por parte de nuestra pareja, situaciones
en las que hemos necesitado su ayuda y esta no ha sido la que esperábamos o la
repetición de los mismos errores por su parte una y otra vez pese a sus
promesas de cambio.

Otra
situación muy común que puede provocar que nos sintamos solos pese a estar con
alguien es el hecho de que este nos haya fallado anteriormente cuando hemos
necesitado su ayuda. Solemos esperar de nuestra pareja que esta esté a nuestro
lado tanto en los momentos felices como en los más complicados. Sin embargo, a
veces ocurre que no nos sentimos respaldados, comprendidos o escuchados por
ella cuando más la necesitamos. Sentir que la persona que queremos no nos
brinda su apoyo cuando lo demandamos, suele crear en nosotros un sentimiento de
soledad que nos hace plantearnos si realmente merece la pena estar con ella
sabiendo que solamente estará 100% con nosotros en los momentos buenos pero no
en los malos.
Por
último, es habitual sentirse solo cuando la persona junto a la que compartimos
nuestra vida sigue cometiendo una y otra vez aquellos errores que ha prometido
cambiar en infinidad de ocasiones. Es un error pensar que nuestra pareja debe
cambiar su propia forma de ser para ajustarse a lo que deseamos de ella. Si bien,
ocurre a veces que el otro manifiesta conductas realmente inadecuadas que nos
hieren y que al hacérselo saber promete cambiar pero acaba repitiéndose la
misma situación una y otra vez. Esto puede hacer que acabemos tirando la toalla
al perder la esperanza en que la relación vaya a cambiar alguna vez.
Como
hemos venido explicando, el sentimiento de soledad pese a estar en pareja suele
ser uno de los detonantes del fin de una relación. A menudo, solemos aferrarnos
a la felicidad que nos proporcionaba el otro antes de que la relación se viera
deteriorada para seguir luchando por estar a su lado. Sin embargo, cuando las
faltas del otro han mermado y deteriorado la relación y estar a su lado nos provoca ese sentimiento
de soledad a menudo ha llegado la hora de dar el paso de cambiar de compañero de
viaje, pues aquel que nos acompaña en el camino no es ya aquel que solía ser.
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Isabel Estévez Prieto
Estefanía Cárcel Esteban
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