Niños, esos pequeños (pero enormes) trocitos de felicidad.
Todos tenemos niños a nuestro alrededor: hijos, primos, sobrinos, amigos,
vecinos, hijos de compañeros, nuestros ahijados. Hoy es el Día Universal del
Niño, y por ello he pensado en hablarte sobre la educación de nuestros
pequeños.
La investigación nos dice que existe una serie de estilos
educativos muy diferentes entre sí, y que solemos utilizar un estilo u otro
dependiendo del momento, aunque en general nos decantamos por uno de ellos.
Como bien sabemos, nadie tiene un hijo que venga con manual de instrucciones, y es muy difícil
saber qué hacer en cada momento con los niños y niñas, es por eso que de vez en
cuando actuamos de forma diferente, por el simple hecho de que aprendemos con
la práctica, y en la educación de nuestros hijos no va a ser diferente. Por eso, hoy te muestro las diferentes formas en las que solemos educar a nuestros niños, y cómo afectan esos estilos educativos a su desarrollo.
¿Quieres
saber qué estilos educativos podemos adoptar?
Estilo autoritario
Los padres con un estilo autoritario suelen ser muy
exigentes en todos los aspectos. Les cuesta tener en cuenta las necesidades de
sus hijos y suelen tener siempre las mismas técnicas de disciplina, sin tener
en cuenta la edad del niño ni el contexto en el que se encuentran. Estos padres creen firmemente que siempre
tienen la razón, y solucionan los conflictos y problemas siempre a su manera,
sin tener muy en cuenta lo que su hijo tiene que decir. A veces amenazan a sus
hijos cuando “se portan mal”, a la mínima les retiran el afecto, y les critican mucho (“lo
has hecho muy mal, no sirves para nada”). Suelen criticar a sus hijos como
personas (“eres malo”) en vez de dirigirse simplemente a la acción (“no me gusta
que grites a tu hermano”). Los niños que han recibido este estilo educativo
suelen ser tímidos, sumisos, dependientes y tienen niveles bajos de autoestima.
Estilo permisivo
Podríamos decir que este estilo es todo lo contrario al
anterior. Son padres muy poco exigentes
y protegen a sus hijos en prácticamente todo, evitando que se enfrenten a
problemas y los solucionen por ellos mismos. Dan a sus hijos todo lo que piden,
apenas sin límites, sin reglas. De este estilo educativo surgen niños
dependientes de sus padres ante cualquier dificultad, egoístas, carentes de
capacidad de esfuerzo, les cuesta mucho controlar sus impulsos, y todo esto
provoca problemas a la hora de relacionarse con los demás, tanto en la infancia
como en la edad adulta.
Estilo indiferente
El estilo indiferente se basa en no tener en cuenta las
necesidades de los hijos y en no dar apoyo emocional de ningún tipo a los
pequeños. La relación afectiva es prácticamente nula. En el tema de la
disciplina, cada día es algo diferente, con lo que los niños no viven con
estabilidad. Hagan lo que hagan, cada día pueden recibir una respuesta
diferente de sus padres, con lo que llega un momento en que no saben cómo
actuar. Los niños que han sido educados de esta manera pueden desarrollar
cierta rebeldía, incluso conductas delincuentes. Se suelen aislar socialmente,
son inmaduros, y pueden sufrir problemas emocionales. Al no haber recibido el
afecto necesario de parte de sus padres, estos niños pueden sentirse
rechazados.
Estilo democrático
En esta forma de educar, los padres y los hijos presentan un
respeto mutuo y cooperan entre ellos. Los padres tienen en cuenta que pueden
cometer errores a la hora de tomar decisiones, y los aceptan. Permiten a los
hijos desarrollar su autonomía e independencia, permitiéndoles resolver ellos
mismos los problemas que puedan tener (siempre con su afecto y apoyo
emocional), facilitando de esta manera que sus hijos evolucionen y saquen lo
mejor de sí mismos. Podríamos decir que este estilo educativo se encuentra en
el equilibrio entre el abandono y la sobreprotección, ni una cosa ni la otra. Los
padres apoyan a los hijos y están con ellos para ayudarles, pero eso no quita
que los hijos vayan aprendiendo poco a poco a ser capaces, a esforzarse para
conseguir sus metas, y a vivir cada vez de manera más independiente. Este
estilo educativo es el que realmente enseña a los niños ahora, para que sean
adultos responsables en un futuro. El estilo democrático permite que los niños
asuman las consecuencias de sus actos, aprendiendo que así tendrá que ser (quieran o no)
cuando se hagan mayores. Los niños aprenden a respetar las reglas, a las demás
personas, aprenden a cooperar, a trabajar en equipo y, en definitiva, a
convivir en sociedad.
La educación de los hijos no es fácil, y es muy cierto que a
veces podemos optar por uno de estos
estilos dependiendo del contexto en que nos encontremos, de la edad del niño, y
de otros factores más. Es algo común que de vez en cuando nos salgamos del hilo
y seamos un poco más autoritarios de lo debido, o que le permitamos a nuestro
nene o nuestra nena demasiadas cosas. De vez en cuando podemos permitírnoslo
pero hay que tener en cuenta que lo mejor para nosotros y para nuestros hijos
es mantener un estilo democrático en la educación que les damos. Este estilo
nos va a permitir sentirnos orgullosos de nosotros mismos y, lo más importante:
que nuestros hijos se conviertan en adultos de bien y estén orgullosos de
nosotros, como padres.
Estefanía Cárcel Esteban
Isabel Estévez Prieto